mayo 02, 2008

Preguntas

Cuando tenía 19 años me propusieron ser parte del centro de estudiantes de la universidad. No me dieron un cargo que implicaba teléfono con anexo, computadora y reuniones de equipo. No. Me propusieron ser voluntaria del área "cultural". Y bueno, yo adoro todo lo que tenga que ver con arte y cultura asi que dije: orale mano.

Pronto llegó mi primera tarea.

Un día llegó un productor de teatro, alumno de la universidad, a solicitar auspicios para la puesta de escena de su obra. Me encargarón el proyecto. El productor llegó con cuadros impresos en excel, entusiasmadísimo y con un guión de la obra para mí. Yo, igual de entusiasmada hasta ese momento, dejé de estarlo cuando supe que la cifra estimada era 3000 soles. Estabamos Septiembre y la obra debería ser estrenada en Noviembre. Lo único con lo que se contaba era con el teatro y, evidentemente, las 2 actrices de la obra.

Durante el mes siguiente lamenté no tener un equipo para afrontar la tarea, así como el estrés que me generaba el corto tiempo, las reuniones con representantes, las llamadas por teléfono, los e-mails y demás.

Llegó octubre y las cosas estaban, en algo, encaminadas. Con tanto ajetreo no tuve ni tiempo ni ganas de leer el famoso guión. Yo, que me devoraba cualquier papel que pasará frente z mí, no había siquiera abierto la primera página de esa obra...

Como muchas cosas en mi vida, todo tuvo un final inesperado. Un día el buen productor me llamó para decirme que una de las actrices se había fracturado el pie y que la obra se cancelaba hasta nuevo aviso. Agradeció mi tiempo y dijo que "estaríamos en contacto para poner todo en marcha de nuevo".

Recuerdo que la primera sensación que tuve fue "alivio". Ese proyecto era algo que me estresaba demasiado y que ya había dejado de ser una actividad placentera para convertirse en una búsqueda del tesoro sin buen pronóstico.

Después de eso, tomé el guión para darle una hojeada. La obra se llamaba "El color de Agosto" y trataba - oh casualidad- de una pareja de lesbianas. De más está decir que me lo leí de un solo tirón, terminando al final con ganas de poner el proyecto a como de lugar en escena.

A qué viene todo esto?. Pensaba en los momentos de mi vida en los que, sin querer queriendo, alguien alude a esta condición mía tan extraña de no tener pareja, de ser medio andrógina, de ser como soy. Recuerdo como mi nombre, cuyo diminutivo es de lo más femenino, es usado en una versión más corta y masculina por casi todos los que me conocen y me tienen un poco de cariño.
Recuerdo también como ciertas personas exclaman, en un espacio lleno de gente, que "anto, para cuando el novio pues hija" (cabe señalar que esa persona lo hace adrede con todas aquellas mujeres que no sean tan "afortunadas" como ella de mantener una relacion por años de años). Recuerdo también las veces en las que mi primito menor preguntaba "por qué me vestía como hombre" cuando solo usaba un pantalón y un polo. Recuerdo como hace poco en una celebración de la ong donde colaboro una de las personas me preguntó "si no tenía novio, porque me habían visto salir super tarde de una casa cerca a la oficina", a lo que otra contestó" pero por que tiene que ser novio, por qué no pudo haber ido a visitar a una amiga?".

Y si, podría estar visitando a una amiga, amigo, extraterrestre o perro. A nadie debería importarle tanto. Menos a mí. Pero veo como las contradicciones más extrañas pueden salir de una misma.

No sea si sea lesbiana, bisexual, hetero o alguna otra categoría. No lo sé porque solo he experimentado la estancia en heteroville (como dirían mis queridas amigas de The L Word). Pero tampoco puedo ser ajena a la duda que he admitido delante de las personas que más quiero, que son como parte de mi conciencia. El poder de la palabra es inmenso, y verbalizar algo es como darle cabida dentro de la realidad... so?

Ultimamente siento que hay otras cosas más importantes que pensar en esa duda. Mi trabajo por ejemplo, mi tesis en proyecto, mis ganas de trabajar y ser pagada, mis ganas de independencia. Ultimamente pienso en mudarme. En ponerme metas temporales: a los tantos años pienso hacer esto, alcanzado esto otro, estar en camino de aquello. Confieso que nunca antes había tenido este rasgo planificador. Lo único que planifique a conscicencia fue mi ingreso a la universidad y mi elección de carrera. Confieso además lo mucho que me atrae la espontaneidad y el caos. Los planes inesperados, los vinos, las risas, las buenas conversaciones. El salir de la nada a explorar la ciudad.

Tengo 22 años, no debería estar pensando en cosas trascendentales. Pero yo nunca hago lo que debería... so?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que lo que opinen lo demas está demás como dice una canción de Mecano, el problema es que aunque uno no quiera siempre afecta una parte de nosotros.

Yo creo que nada debe apurarte, decide lo que quieras cuando te sientas cómoda con ello y recuerda que uno siempre puede cambiar de opinión.

En cuanto a planificar te digo por experiencia propia que es bueno ver el futuro de cuando en vez, creo que yo me demoré mucho en sentar cabeza, por así decirlo, y eso me costó algunos años de tardanza en varias cosas.

Nos leemos.

Lúdica dijo...

Yo siempre planeo asi maleadazo ... y luego termino dandole millones de cambios. Es natural en mi tenerlo todo estructurado ... lo malo es que termino zurrandome aquello y haciendo poco o nada de lo "debia".

Hace bastante tiempo que no entraba al blog!

Saludos

Ludica ( ex Zetagirl)

Bea dijo...

tu mejor post.. te salio de las entrañas del alma o la mente, simplemente expresivo, me engancho. Sigue con tus proyectos personales, eso de cual es tu orientanción sexual lo sabras con el tiempo, y si te joden los demás, so?