La noche comenzó tarde. La hora acordada era las 10:00 pm. 9:45 yo aún no tomaba el ahorrativo micro. Un par de llamadas y quedamos en encontrarnos directamente allá. La noche avanzaba y yo estaba rodeada de un nuevo grupo de gente. Todos hombres. Todos gays. Mis amigas seguían sin llegar. Mi compañía más fiel era el alcohol. Las cosas cambiaron con su aparición. Ella, a quien llamaremos M., era una antigua conocidadelejitos. Ahora que lo escribo, recuerdo más cosas. Recuerdo un apple martini, una ronda de retos, su cercanía, la forma en la que acariciaba disimuladamente su brazo, la manera en la que ella me anunciaba que era mejor que dejara de hacerlo, su cabello lacio, nuestra ebriedad y el control que al final emergió de mi mente borracha.
Sí, la cagada.