octubre 06, 2007

Retrospectivas que joden

Han visto alguna vez “Hable con ella”, de Pedro Almodovar? Una historia sobre como dos personas, a primera vista opuestas, hacen amistad enfrascados en una misma tarea: esperar el regreso de dos mujeres. El regreso más difícil de todos, el que casi parece una ida sin retorno: despertar del coma.


Esta película tiene un lugar muy importante en mi construcción individual de AntonellaB. y no solo porque Almodóvar sea un genio, sino porque fue la primera película que vi de él. Y aquí viene lo jodido: la vi con ella, con aquellamalamujer. Como si Pedrito me hubiera dicho “Vela con ella”, un sábado se me ocurrió decirle que fuéramos a su casa a mirar, por fin, una pela del cineasta español. Ella aceptó y, 1 hora de micro después, estábamos sentadas en su sillón poniendo play. No recuerdo por que interrumpíamos a cada rato la pela, lo que si recuerdo es la visita de una de sus amigas con otra chica.

Ambiente tenso, pocas sonrisas entre ellas dos y, de yapa, comentarios raros.
Chica 2: (dirigiéndose a aquellamalamujer) Y que hacen mirando eso? Por qué están las dos solas? No que tienes enamorado? Yo aprovecharía para pasar mi tiempo libre con él.

Las susodichas se fueron rápido, ella se zurró en los comentarios y play de nuevo. Play de nuevo también a la ilusión de que “si, tal vez algún día...” y mientras tanto nos confundíamos con esa forma de ser que sugería y no, que permitía y no, que quería y no. En mi mente, yo era ese enamorado(a) de los sábados, aquella que busca un hueco en su agenda para ver a la persona más presente en su espacio mental diario. Para quien guarda los sobrenombres que otros considerarían cursis y estúpidos, pero que significan un privilegio, una comunicación creada solo para dos.

Hoy no hay comunicación, sobrenombres ni películas que valgan. Como si ella fuera capaz de olvidar momentos de su vida como quien olvida unos zapatos viejos. La palabra “Intento” se nos acabó. Hace un mes que ella grita a los cuatro vientos que ya no somos amigas, que no le hablen de mi, todo acompañado con un fastidio y odio que, según los que la han visto, es extraño. Hace un mes también que, durante una fiesta de un amigo en común, ella vio a una Antonella no tan dependiente de su imagen, hablando y extrañando a una tal carlita (casi a voz en cuello). Acercándose a aquellamalamujer, venciendo una resistencia autoimpuesta, hablándole de cerca, ya sin miedo a que descubra esos sentimientos que puse en bandeja al decirle que la quería, acariciándole el cuello, la espalda, hasta su rotundo y asqueado: “anda toquetea a tu carlita”.

Un mes después de su silencio, de sus negativas para cruzar conmigo más de una (ofensiva) palabra, la distancia se hace cada vez más grande... the more she ignores me. En el arte de atar cabos sueltos, en el que me volví especialista a su lado, siento que lo que hice esa noche pudo haberla ofendido, pude haberla dañado de alguna forma. Algunos me dicen que recuerde que ella hizo algo similar conmigo, que seguro está celosa. Pero eso no me basta para dejar de sentirme culpable y de tener la horrible sensación de que la amistad que también hubo entre nosotras se va desvaneciendo y, con ella, una etapa de mi vida que podía incluir entre las mejores que he tenido. No solo por ella, sino por toda la gente que conocimos, con las que formamos un círculo que ahora se alarma ante esas dos amigas que no pueden ni verse sin que una reaccione mal.
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Unas cuantas lágrimas en la noche de ayer. Sola, como tiene que ser. Escuchando Tajabone, el soundtrack de “Todo sobre mi madre”.

No fueron lágrimas porque sí, fueron lágrimas porqueella.